De repente casi sin saber porque se volvió, ese campaneo lo
había escuchado antes sin duda era el mismo sonido, cuantos recuerdos le traían
pero no podía dar crédito a lo que escuchaba había pasado tanto tiempo, su
mente cansada y desgastada por el paso del tiempo que cruelmente estaba siendo castigada por esa maldita y
tremenda enfermedad que hace que cada vez te sea más difícil identificarte o reconocer tu entorno, personas y seres queridos. Sus
ojos se humedecieron y se le escaparon casi con timidez unas pequeñas gotitas
que resbalaron por los surcos que el paso de los años le habían donado a su
cara, él siempre había estado lleno de
vida había sido un joven fuerte, un hombre de campo, apasionado de su trabajo
siempre había estado bregando con las vacas, aquellas vacas que al moverse
hacían sonar aquel maravilloso y celestial sonido al balancear sus cuellos , y ahora sus piernas después
de ochenta primaveras apenas lo sostenían en pie si no fuera por la ayuda de
aquel bastón que siempre lo acompañaba en sus paseos desde la residencia hasta
la plazuela donde solían ir cuando venían a visitarlo alguno de sus hijos o
nietos, levanto a duras penas la mano y sus dedos temblorosos tal cual se
balancean la rama de un árbol cuando el viento la hace mecerse, señalo hacia
el lugar de donde provenía aquel sonido y haciendo un esfuerzo para que sus
labios titubeantes dejaran salir las palabras de su boca le grito a su nieto no
veo la vaca y sonó la campana, el niño sonriendo le dijo abuelo es un móvil no
hay ninguna vaca.
No hay comentarios:
Publicar un comentario